El tipo no tenía sueño esta noche, se quedó levantado haciendo sombras chinescas, mientras la música de Bach serpenteaba, se desenrollaba, ondulaba y se ramificaba en filigranas...
La habitación se había enfriado bastante, así que por la mañana apagó la linterna y se preparó café; luego, cómodo en su sillón, se adormeció. Entonces lo despertó algo imprevisto, algunos pasos, algún resplandor, alguna presencia.
Súbitamente, la sombra chinesca del carbonero entraba por la puerta, con un brazo alzado y sosteniendo un relámpago en su mano.
Receloso, el tipo se levantó con su barba erizada, y avizoró la silueta.
- ¿Qué pasa? ¿Qué es eso?
- Es una upupa. Traigo una upupa- anunció el carbonero, adelantando un poco su mano refulgente en la penumbra.
El tipo pensó instintivamente en una enfermedad medieval, una peste letal, alguna calamidad amenazante y primigenia.
- Es... ¿Es muy malo eso?- balbució.
- No. Para nada. ¡Si es sólo un pájaro! Una upupa- respondió el carbonero.
El tipo se sintió confuso, pero aliviado: el carbonero siempre tenía sus ideas claras.
- ¿Y qué clase de pájaro es ése?
- Honorable anciano, cualquiera sabe que upupa epops es el nombre científico de la abubilla- el carbonero se acercó un paso más.
- Ajá. Claro: una abubilla...- musitó el tipo, mirando al otro y su ave como si viera al mismísimo Capitán Silver y su loro.
- Son aves que no se ven por aquí; provienen del mar Mediterráneo: de las Islas Baleares, del sur de Iberia, del norte de Africa. El cambio de estación las hace emigrar...
- ¿Vienen de tan lejos?- el tipo no quitaba sus ojos asombrados de la abubilla; ahora divisaba las franjas blancas y negras en las alas y la cola.
- Podríamos suponer que sí. En realidad la encontré en un árbol del jardín; parecía perdida, desprotegida, como esperando algo.
El tipo se aproximó a una ventana cerrada. La sonrisa del carbonero lucía como un destello de luna. La abubilla, inquietada, desplegó su copete albinegro, infló su pecho color arcilla rojiza y cantó:
- ¡Up up up!
Asombrado, sonriendo, el tipo abrió la ventana y, luminosa, entró la primavera.
2 comentarios:
¡Hola Rotebor Solrac de Al Atalp!
¡Tantos años sin saber de Chiquirritipis!
Te encontré visitando a la Venus Sesuda, te leí e inmediatamente se me impuso tu presencia espectral y meditativa.
-¡Upupa!-exclamó la abubilla, tiritando en la rama del tilo aún sin brotes. -¡Upupa! -repitió.
La primavera pugnaba por aparecer, pero no hacía el esfuerzo suficiente.
El Espectro Meditativo de la Historieta se asomó a la ventana. Miró, reflexionó, sonrió, se hizo a un costado y permitió la salida del dragoncito.
Acurrucada entre las tibias escamas verdosas, la abubilla se durmió... hasta la llegada del calor.
Para La Venus del Vino:
Lindo tu minicuento. Espero ver pronto tu inspiración en tu blog. ¿No hay una canción que habla de "vino, mujeres y rosas"? Creo que tengo una grabación cantada por Sacha Distel en alemán!
Agradecido a La Maja Sesuda. ¿Tanto arte clásico (la Maja, la Venus...) no prenunciará "El Pacto de las Sabinas"?
Gracias por tu visita.
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