El Expediente 113, de Emile Gaboriau (1832 - 1873, Francia).
A lo largo de 350 páginas, esta novela mantuvo despierto mi interés hasta la última hoja.
A lo largo de 350 páginas, esta novela mantuvo despierto mi interés hasta la última hoja.
Todo se inicia con el problemático robo en un banco, a mediados del siglo 19 (fue escrita en 1867); a partir de allí la acción se mantiene en permanente movimiento, con personajes más pasionales que lógicos en sus reacciones. La estructura episódica, típica del folletín por entregas, admite la inclusión de otro relato autónomo sin perder la expectativa por la trama central. El protagonista es el inspector Lecoq, maestro del disfraz, de gran inteligencia analítica (literariamente precursor de Sherlock Holmes, cuyo creador Conan Doyle elogió a Gaboriau), es un escéptico solitario cuyamoral es la ley. Hay una verdadera constelación de personajes intensos y bien delineados: el detective Fanferlot El Ardilla, pequeño y sumamente ágil; el elegante y atormentado cajero Prosper Bertomy, alrededor del cual gira la trama; el banquero Fauvel y su hermosa hija Madeleine; las sospechosas amistades del joven cajero; y hasta personajes ficticios y de doble personalidad. El libro se lee con ansiedad por la continua tensión de las situaciones dramáticas y no solamente para llegar a la resolución del enigma. Y al terminarlo, uno se propone releerlo, por puro gusto.
En las imágenes, el retrato corresponde al autor y las tapas son de ediciones en francés y en castellano.
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